Quién, con amor por el Perú, podría haber deseado una crisis como la que estamos pasando. Y, sin embargo, muchos peruanos consideramos que este clima de confrontación no daba para más, y que había que encontrar una salida democrática que nos permitiera renovar nuestra representación política. El Congreso no quiso que con un adelanto de elecciones generales esta renovación fuera menos traumática, y la consecuencia de su accionar ha sido su propia disolución. Está lejos de ser lo ideal, pero la crisis nos abre también una oportunidad. Sigue leyendo