Transcurrida la Cuaresma, periodo de preparación espiritual que antecede a la Semana Santa, nos toca ahora disponernos a conmemorar los hechos que llevaron a Jesús a experimentar la muerte y la resurrección, y que contribuyeron decididamente a su reconocimiento como Cristo, el designado por Dios para anunciar la salvación de la humanidad. La Semana Santa trae, pues, a la memoria acontecimientos centrales de la fe cristiana, razón por la cual recibe gran relevancia en el cristianismo universal.
No se trata, sin embargo, de una mera conmemoración histórica. Hacer memoria, en sentido bíblico, supone permitir que el recuerdo de una experiencia de fe vivida en otro tiempo exprese algo a la vida presente del creyente. Y esto es lo que ocurre en nosotros cuando nos disponemos a acoger con toda su fuerza al recuerdo de la vida de Jesús. Hacer memoria de los hechos que marcaron su pasión y resurrección nos conduce no solo a conocer mejor al Jesús histórico, sino sobre todo a dejarnos interpelar por el recuerdo vivo de su vida y mensaje. De allí que celebremos la Semana Santa, fundamentalmente, con actos litúrgicos, porque es a través de la oración, personal y colectiva, que mejor podemos sintonizar con el Dios que se expresa en la persona de Jesús. Sigue leyendo →